Un gordo, un ombligo,
Un perro dormido,
El pelo cortito,
Un hueso redondo,
Y allá,
En el fondo
Ya todo podrido,
Queda la ternura
De un verso que vuela,
Que sueña y palpita
Sin pensar en nada,
Ni siquiera en guita.
Tiempos que no vienen
Ni van, ni se quedan,
Ni huelen a nada
Mientras se hacen humo
Subiendo hacia el cielo,
Se ven en lo alto,
Despacio, callados,
En alguna nube
De polvo y asfalto,
Entre la alegría
De un chico creciendo,
La tristeza amarga
De un viejo muriendo,
Entre la esperanza
De un hijo en la escuela,
Sabiéndolo bueno,
Sabiéndolo sano,
Sabiéndolo alegre,
Sabiéndolo entero,
Y tener nostalgias
De los que quedaron
En la patria vieja
Temblando de miedo.
Porque no pudieron.