Heme aquí en uno de los recovecos de esta celda que ha sido testigo de odiseas , tumultos que acongojan y también de sosiegos que devienen a la pulsión de mi Eros.
Saciado, exasperado, escocido, solo en la presencia, vacío de vida. Oculto entre las sombras de la noche vecina que atisba el cielo de mayo.
Me encuentro cubierto por las brasas, consumido por la vieja incandescencia de la juventud libertina, inerte ante el senecto destino que se empieza a gestar.