Osvaldo Páez

La venus arrepentida

Hermosa , radiante , bella

desfilaba por la calle,

como si cada detalle

estudiado fue por ella;

parecía ser la estrella

en la premiér de la vida,

provocaba la estampida

de miradas lujuriosas,

que en caderas cadenciosas 

le daban la bienvenida.

 

Su templo era su belleza,

todo el mundo era su altar,

la tenían que adorar

esa era su certeza.

Poseía la firmeza 

de lozana juventud,

y con grácil actitud

despertaba las pasiones,

que olvidando las razones 

obviában la rectitud.

 

Era pues el sol naciente

que en su inmensa majestad,

prodiga solemnidad

a un deseo ya creciente.

mostrando ser indolente

ante nobles sentimientos,

carecían sus momentos

de alma y de corazón,

y fue en esta situación

que empezaron sus tormentos.

 

la idónea seguridad

que adornaba su existencia,

en mermada resistencia

sucumbió a la realidad.

la vacía vanidad

que regía su destino,

no parecía el camino

que sabiamente escogiera,

del mundo idea pareciera 

y no un designio divino.

 

Libidinosas miradas 

que alimentaban su ego,

y que encendían el fuego

de sus razones pasadas;

agredían despiadadas

un rubor recién nacido,

que solo buscaba un nido 

para su amor aun no nato,

que su proceder ingrato

le negó haber existido.

 

Aquellos que la adoraron

frívola ,cruel e indolente,

por necio cambio vigente

unánime condenaron.

Hoy todos se preocuparon

por la falsa castidad,

cuando la única verdad 

es que fueron descubiertos,

en sus instintos inciertos

y en su irracionalidad.

 

La humanidad insolente 

en su auto destrucción,

siempre busca la razón

de culpar al inocente.

La premura de la gente

por castigar la cordura,

a este mundo solo augura

una justicia a la inversa,

premia persona perversa

y castiga a la más pura.

 

LA VENUS ARREPENTIDA - CC by-nc 4.0 - ESPECTRO