Oh! luna, que eres la guardiana
de la tradición de la cual emana
el mandato ancestral de encontrar,
por un instante o por la eternidad
la otra parte para amar.
Me mostraste el brillo en su mirada
reflejado en los míos que brillaban,
descubrí destellos en su espalda
mientras la mía también se iluminaba.
Oh! luna, legendaria diosa pagana
teñiste aquella noche, de magia,
de encanto, de hechizo, de brillo,
inflamando así, nuestros sentidos.
Tan fugaz como intenso el encuentro,
los dos, vibrando al son del universo…
Tu, iluminando, bendiciendo, en silencio
el imborrable y eterno momento.