Un soldado
Se me cruzó un soldado,
lo vi con gran altanería.
La muerte le pisaba los talones
y el diablo las agonías.
El violín dibujaba notas fúnebres en su alma,
¡qué triste que nunca se despidió de su dama!
Ahí en el cielo, está la última luna que él vería,
pues yo se la gané gritando: -¡lotería!