Ella estaba allí
y con su gélido aliento volteó
y me abofeteó,
Reclamándome mi partida,
y me arrastró nuevamente
a mi camino.
Desbordaba su luz a horcajadas
Dejándola caer sobre mi regazo,
Y en el frío silencio,
sonaba una canción
que me arrullaba.
Parecían dos amantes
en el medio del cosmos.
Ella deslumbraba como
nunca,
él la ceñía por su talle,
haciéndola girar eternamente.
Y fue la luna
más brillante de mi vida,
le colgaban gajos de
ensueños sobre sus hombros,
parecía hipnótica su danza
con el cielo.
Y el silencio retumbó
a la hora del alba
Donde vi el resplandor de su
rostro apagarse...