Ya no se inflaman los párpados por llantos,
son ojos abiertos ante el asombro
de esas luces sin humos en este invierno frío.
Es la palabra que canta en himnos llenos de incienso
en lo impoluto del aire y esos verdes que resisten
hasta que llegue el estío. Y pájaros que no callan.
Aquellos rincones quietos que devastaban al alma
han tomado brío propio desde la piedra angular
que extendió los dominios siempre al lado del río.
Hay calma… no quedan miedos, no faltan lluvias,
se robustecen recuerdos y hay brillos que antes no estaban
cuando llega la noche con su manto sin cenizas.
El asombro es lo que gana esos espacios perdidos
que se han llenado de himnos perfumados con incienso
y rincones que se mueven y miedos que se han perdido.
De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3