Lo vi de lejos, lo sentí
Lo sostuve, lo solté
El caos de la melancolía
El reluctante cajón acústico
que acompañaban tus palabras
El rústico espíritu
que acompañan tus decisiones
O tus indecisiones
O tus decisiones indecisas
Ya no se sabe qué son.
Fui tras de ti
Me encontré con otra.
Eras, eres, serás
La extraña conocida
La conocida, tan extraña
La musa a pulso
Esa…
Esa…
que escribo y recito
cuando el tiempo me maldice
La sonrisa fabricada
El galopar de la herida
La voz extraviada
El cuento que no se cuenta
La caracola virgen,
sin esperanza alguna
La armonía del desequilibrio
A veces…
A veces…
Pavorosamente perfecta.
Las vibras eran y serán
las cidras que nunca bebimos
y no sabemos a qué saben
No te sabré
No sabré a qué sabes
No abrazaré nunca tus secretos
No besaré nunca lo que hay
más allá de tus labios
Pero…
Pero…
Me da que tú eres yo
pero más trágicamente sentimental
Me da que yo soy tú
pero más horrorosamente equilibrado
Me da que no hay un “nosotros”
ni jamás existirá tal sacrilegio universal
Me da a que somos uno
pero costará admitir tan siquiera la idea
Me da a que yo dejo de ser yo
cuando vislumbro tu honestidad
Me da a que tú no eres tú
cuando recurres a mi calurosa sonrisa
Me da a que si algún día cantamos juntos
la canción sólo la entenderá el infierno
y nosotros…
recurriendo a mi estilizada y fatal contradicción.
Fui tras la otra
Me encontré contigo.