Sumergido en el terciopelo esmeralda escucho
la alegre sonrisa de la corriente del agua,
mis oídos besa el dulce canto de la alondra
entre los suaves suspiros de la lívida aura,
vaporosos efluvios de aromáticas flores
acarician mi sed en los recodos de mi alma,
danzas de colores ejecutan las libélulas
suspendidas sobre la superficie plateada
y en las inasibles alas del sedoso céfiro
huyen inmarcesibles los sueños de mi infancia.
Hilos de oro entre el sol y la tierra entretejen
una dorada malla;
por su luminoso tul vuelan mis ilusiones
como blancas mariposas a la luz del alba,
por él vuelan mis sueños
y por él vuelan mis alegrías y esperanzas,
en él quisiera olvidar para siempre mis penas
más flébiles y amargas;
por él quisiera volar el inmenso universo
para ocultarme en la constelación más lejana
y dejar este mundo de dolor, de tristeza...,
de cruces y de lágrimas.