Que disfrazada de espuma marinera
te saludó mi celo navegante
y fue canción de invierno en primavera
tu boca añil, tu herida y tu pasión errante.
Toda del mar, sirena de la viajera
curiosidad prohibida y escorante;
toda del puerto a donde se creyera
profundo en alta mar mi verso vacilante.
A la deriva va un bajel que entonces fuera
por tempestiva ruta desafiante;
ruta sin fin que vióse de primera
travesía furtiva cuando infante.
Y hoy que la luna baja la marea
te busca en mi navío el tripulante
y polizón absurdo. Hoy quien vea
tu puerto hará su viaje culminante.
- N. S.