Santiago Miranda

Descendí

 

A los bosques primitivos
De mi nostalgia - J. Sánchez

Y hubo un árbol, una fuente (un-padre-y-madre)
Y un un ave sobrevolando, los ojos
De alguien más /lo inseparable/

Incapaz, de observarlo, agua
Vi sino la esencia de mi mismo:
Trasvasijo el sentido al habla

Y todo fluido escancio
De cuerpo en cuerpo, algo más
Que la palabra o el cariño, va significando

Y queda en su marca in-visible
Para comprender es necesario dejarse
Poblar por cada objeto, cada ente o espacio

O cosas de las que se dicen sin saber bien qué
Es la relación unilateral; definición propia
Pendiente y discutible de uno y otro

Tensión de poderes -¿Sexuales?-
Placenteros, voluptuosos llamados
En el otro, como otro, descendí

Y era un bosque infantil
La casa del ser y el árbol
En el cual entraremos dos /el tú
El yo/ El último día, de este Ragnarok

°
Y entre la figura de la familia personal
Y universal al mismo tiempo; otros símbolos
Públicos: Cielos y plazas, buses en días fríos
Palomas y perros, hojas calentando la piel
Que es el pavimento y una in/comprensible necesidad
De ir al baño y correr por tomar cada llamativo juego

Mejor se recuerdan los daños: aquella vez
Que alguno se orinó y fue burlado
La represión del adulto cuyo amor fue tomado
Por incondicional hasta ese momento
Y hasta este momento no olvidado y la crueldad
De cada niño semejante: si el daño no se está
Recibiendo, se está dando. Estirpe brutal
°

La vida de lo humano y la muerte
Entre tanto uno vuelva y va
Va y viene arrojado

Por la memoria de lo que se creyó
Olvidado, el bosque es lo interior
La posibilidad de sanar la herida

Y beber desde el pozo anterior
A la bebida que espero
Ahora voy, o vuelvo