1.
Pálida agua, casi luz, dibuja
tus manos sumergidas.
Amaneces
en tu mirada.
A tu espalda, la noche. Eres su borde.
Roce y escalofrío
de la luz, en los ojos.
Luz que empieza a moverse
revelando los huesos.
Pálida carne - el agua - de los huesos.
2.
Lejos de ti, gastadas
por la luz, tanteando
- ciegos peces fantasma -
la oscuridad,
osamenta de la noche
en la orilla,
sobras de marejadas, sombras,
sedimentos de arena
espesándose en roca:
tus manos en el agua.
3.
Las nubes amontonadas cuando arruga
el viento norte las hierbas sobre los muros,
el trino de la calandria en una zona del viento
y el árbol seco al lado de la casa:
un movimiento circular atrae
las piezas dispersadas del paisaje
como rosa magnética.
La mano que levantas
no oculta la trama de los huesos
roídos por la luz, sombras que no se aclaran.
En la mano que levantas zumba la sangre
bombeada por la oscuridad del cuerpo.
Es la mano el tormento
de la rosa furiosa de los vientos.
4.
Entre la mano de la niña y el vuelo
del pájaro, la luz.
Entre los ojos
de la niña y la luz, nada (mirada
sin memoria, desnuda de palabras).
Entre los ojos y la niña, el pájaro
que es la mano que es vuelo
de la niña que es pájaro.