Ella era pura vida
pura alma y cuerpo encendido
de curiosa sonrisa y animante mirada.
Ella, arcángel de tierra
espíritu celeste con un canto colgado,
sus invisibles alas por los cielos surcaban
y un día cualquiera mientras despistada por volaba
choco con un ángel sin luz que al mirarla a los ojos
del cielo descendía al chocar con el áureo de su mirada.
Ella al ver el rápido y peligroso descenso del ser sin luz
decidió acompañarlo para que solo no estrellara,
y sin sumar respiro el arcángel de tierra fue a su encuentro.
Le presto sus alas ya que las de él por el impacto sangraban.
Se quitó el nimbo que por dentro le guiaba
le prestó su voz, sus sueños y el cielo que ella surcaba.
Ella lo tomo en su ente,
guareció a aquel ser alado sin luz en su alma,
lo abrazo y sobre un muro entre el cielo y la tierra de su alma cuidaba.
Sobre él mil oraciones deposito,
cuido de su cuerpo y sus cicatrices,
cuido de cada hebra de su pelo triste,
lo baño en agua de jazmín,
bendijo cada pluma de su alero
lo beso en el rostro y respiro en su hombro,
le canto al oído con su melodía colgada.
En cada beso, en cada caricia, en cada abrazo
el arcángel de tierra que era pura vida;
pura alma y con un cuerpo encendido,
de curiosa sonrisa y animante mirada
comenzó a notar que curarlo a él la cansaba
ya que aquel alma sin luz que entre el cielo y la tierra vagaba
-se llevaba su fuerza y hasta el color de sus alas cambiaba.
LeydisProse
5/31/2019
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