Hay ocasiones en las que hablo con Dios tan llanamente sobre ese amor que reside en lo más profundo de mi alma, el cual en basta fortaleza no se desarma ni aún con los vientos fuertes del tiempo que hila telarañas;
o por más que en burbujas de enajenación sofoque a otros con un letrero deslumbrante pero mentiroso que jamás volará tan alto como aquél que un día vi nacer en las lumbres de mis sueños más hermosos.
Porque bien se que si se ha de amar se ha de amar tan solo una vez intensamente.
Y viendo sus ojos se que es a usted al que veo cuando trato de ver lo perfecto e inigualable y aceptable ante una vida que se predispone a escribirlo con vastedad de letras que representan las comparaciones más bellas: como el arte del agua cuando empoderada sale de sus límites
o aquellos cielos ofuscados de un azul que se enoja y llueve.
-Si es él - le he dicho a ese Dios que sé que me entiende en los confines de su infinitud -
sabré entonces con la sabiduría pura de mi corazón,
que vivir todo este tiempo ha valido la más grandiosa fortuna.