Alexandra L

Victimas

 

Pena que llega y renueva sus votos cada mañana
que es preludio de tormentas, y que nubla la mirada
aullido del corazón que naufraga en la nostalgia
historias que dejan huellas en lo profundo del alma.

Hay un sentir que marchita, ay del dolor que reclama,
del orgullo sometido, la autoestima doblegada
censura que va creciendo,  en las fronteras cerradas
palabras que van al viento cual palomas, aunque le quiebren las alas.

Pena del dolor que nace tan profundo en las entrañas
un dolor que va en creciente, igual que la marea alta
no hay consuelo, no da tregua,  y poco a poco desgarra
se pasea de puerta en puerta, y toma sol en las plazas.

El irrespeto a la vida, que es la muerte provocada
lo inmoral del desgobierno, lo terrible de la farsa
usurpación que seduce, magos expertos en trampas
que se ceban  con la angustia, con la carne flagelada.

Triste caterva de ineptos que dejan morir la patria
el futuro mutilado bajo las sábanas blancas
inocentes moribundos, que agonizan sin acceso al pan al agua
a su derecho a la vida, a la atención necesaria.

Detener el genocidio, Venezuela se desangra en los cuerpos de los niños
que precisan de la savia, un trasplante que les libre de ese viaje hacia la nada
están pagando una deuda con la moneda más alta, hundidos en la miseria
finamente camuflada por malandros, los verdugos asesinos de esperanzas.