Bebe con codicia el almíbar de mi fruta madura,
explora el campo que aflora en mis pliegues de seda,
encuentra la vena que da aliento a mis gemidos,
hurga más allá de mis cumbres,
aquellas que emergen al sentir de tu huella.
Bienaventurada es tu boca cuando invoca
el vaivén de mis caderas,
erigiendo en tu madero enaltecido
una alameda de apetito colosal.
Labra lírica blanca con tu cincel,
que mis confines se provean de la lluvia cándida
del templo que te hace deidad entre tanto plebeyo.
Haremos tregua bajo las estrellas,
cuando nuestras almas palidecías más no difuntas
aguardan segundos para que una pequeña muerte
nos hunda de nuevo, en un mar de pasión.
Lore Cruz
Madrigal de Luna
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Colombia