Cuando el ciego espiritual entienda bien,
que fuimos creados a imagen de Dios.
Y Que el sordo espiritual oiga bien,
y escuche la felicidad de Dios también.
Comprenderán que Dios
puede hacer florecer el desierto,
puede darle piernas al cojo para correr;
porque Él es poderoso en habilidad,
y la fuente perfecta de la felicidad.
El hombre en su desierto espiritual
puede florecer
con Su palabra que es el agua de la verdad;
brillar con su alegría, correr,
y potenciar su habilidad
para actuar con agrado
y responsabilidad cada día.
A imagen y semejanza suya
me creó el buen Dios.
Su amor,
poder,
justicia y sabiduría me implantó,
los unió en mi corazón
y de valores mi interior llenó.
Miles de amigos tengo
y con ellos unas ricas frutas
puedo comer con calma.
Sentir satisfacción y disfrutar
con su compañerismo desde el alma.
Autor
Millón Durango