Cuando no sepa más del aliento de tu vida,
me quedaré quieta, cerrando los ojos,
contemplando desde mi abismo
la profundidad de tu silencio.
No te veré más
en los confines de lo imaginable,
con la extraña sensación de que alguna vez
supe el exacto color de tu cabello
y el desorden de tus dientes
al esbozar una sonrisa.
Se borrará poco a poco
tu figura desgarbada.
Dejarán de hacerme un guiño tus ojos
mitad hombre, mitad niño.
Y finalmente no podré
arrebatarle al pensamiento
tu estampa difusa en el Tiempo.