Te he extrañado tanto,
desde antes de partir…
Esos labios de arrebol tardeados,
tus manos siderales,
tu sonrisa planetaria
y tu voz oceánica.
Desde que no estás
amiga mía,
te he extrañado tanto,
como la noche
delatada ante la bruma
en un sollozo de estrellas.
Y el crepúsculo viene a mi
nacido de amatista,
en una estela proyectada,
en la nube melancólica
de tu sonrisa ámbar desbordada.
Tanto extraño
tu pelo enredado
entre sueños vastos derramados
y devenires olvidados,
en las dudas e inseguridades
que abracé en tus tempestades,
y es que quisiera mi calor
pudiera llenarte de valor,
para alentarte
y sonreír.
Te extraño
en tus silencios largos,
en las calles sombrías
donde las charcas hablan
al paso de los carros,
donde las últimas aves
trinan al límite de su aliento
a los añiles albores
de la ausencia de tu espacio.