Qué pesar que los humanos
seamos tan proclives a la perversidad,
al robo, a la mentira,
al rencor y la venganza.
Qué pesar nuestra torpeza,
incuria y abandono.
Qué pesar la contaminación del aire,
las selvas, los ríos y los mares.
Qué pesar nuestra insignificancia
cuando el saber se ignora.
Qué pesar nuestra ceguera
frente a la belleza.
Qué pesar nuestro fallido anhelo
cuando hay necesidad de amor.
Qué pesar tanta injusticia,
tanta crueldad y dolor.
Qué pesar la enfermedad,
la inercia,
la incomprensión, el sufrimiento,
la tristeza, la muerte y el olvido.
Qué pesar la indiferencia,
más grande y profunda cada día.
Qué pesar de tantas cosas
perdidas en la noche de los tiempos.
¡Qué pesar! ¡Qué pesar!… ¡Cuánto pesar!