Lugares que no vi,
lugares que vi
utilizando tus ojos,
siguiendo la silueta,
de árboles
que te curan del sol,
techos que te incuban,
y mantienen distancia,
entre tus sueños
y el voluble aire
que los difumina.
Alambres,
letreros,
asfalto,
la ciudad y sus velas,
inchadas del vino
cuagulado en las uvas;
el olor de los colores,
y aquel rincón,
un lugarcito simple,
que todavía
si lo acarician vuela.
Eduardo A Bello Martínez
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