Estas manos vivas, aún con capacidad tibia
se aferraron firmes en tus planicies frías,
hechicera noctámbula congelaría tus sueños
mis palomas deliran por tu corazón tierno.
Quiero lavar la sangre de mis venas
aquellas que en ríos internos
se acercaron a tétricas tumbas.
Dame la sabia voz de tu conciencia
antes que mis manos gélidas mueran.
Es tu silencio de pupilas cálidas que me mira
y yo, observador obcecado de tus gestos
bajo el telar oscuro de este inmenso cielo.
En las pobres luces que anticipan madrugadas
siento la mudez de tu boca que me acaricia,
allí como hombre libo néctar de tu casta femenina
y tiendo estas manos colmadas de mies y nutridas de lluvias.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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