Vi pasar junto al viento mis memorias
y receloso me puse a resguardo.
Muchas de ellas herían como dardos,
aunque hubo varias con sabor a gloria.
No todo es en la vida una victoria
por eso, mal o bien, recuerdos guardo
y por vagar entre la flor y el cardo
no apartaré de mí malas historias.
En el camino siempre quedan huellas
que no podrán borrar las tempestades,
ni huracanes, ni rayos, ni centellas.
Acepto hoy sin miedo realidades
con tolerancia y sin mediar querella
admitiendo, en la vida, sus verdades.
Jorge Horacio Richino
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