Ella vive en mí como un poema,
prisionera de mis rimas y mis versos,
una pasión que desata los sentidos,
una estrofa adornada por los besos.
El aroma que respiro en este cuarto,
es el aura que denota su presencia,
una fuente de la cual yo no me aparto,
pues me inspiro y me sacia con su ausencia.
Son argumentos que pesan,
amores y desencuentros,
nuestras turbias relaciones,
con huidas y reencuentros.
Al final como en los cuentos,
se olvidan los malos tragos,
completando esos fragmentos,
sellando besos amargos.
J. Piñeiro