Tenía dos opciones para alcanzar su meta. Por un lado estaba la senda que vadeaba la montaña por su falda; un largo trayecto aunque plácido y libre de obstáculos. Por otra parte, cabía la posibilidad de atravesar la montaña; una alternativa más directa pero demasiado escabrosa. En otra circunstancia, para evitar riesgos innecesarios, quizá se habría decantado por el camino, pero en esta ocasión el tiempo jugaba en su contra y no se podía demorar en llegar a su destino. No era una cuestión de vida o muerte pero la puntualidad le supondría una gran satisfacción.
Sabía que si elegía el camino, pese a llevar una marcha constante y segura, aunque avanzase a paso ligero le llevaría como mínimo el doble de tiempo que si lo hacía montaña a través, pese a las dificultades para su propia integridad que acarreaba esta última opción y la ralentización del ritmo que ello conllevaría. Sin detenerse ni un instante en la elección, decidió asumir el riesgo y comenzó a subir la escarpada pendiente.
El ascenso resultó más arduo de lo esperado, teniendo que detenerse un par de veces para descansar y coger aire, aunque ya había contado con esto al hacer el cálculo del tiempo que le llevaría cruzar la montaña. Llegó agotado a la cumbre y comenzó a bajar por la cara opuesta. En un punto del descenso, pisó una piedra suelta, resbaló y bajó unos metros rodando hasta que pudo agarrarse a un matorral y de este modo frenar su caída. Aunque subir un terreno montañoso resulte más cansado que bajarlo, el descenso siempre entraña más riesgo, pues al subir pendientes muy empinadas, primero se va comprobando con las manos los puntos donde luego se ha de apoyar el pie.
Exhausto y magullado llegó a su destino, y a pesar de hacerlo en el plazo que previamente se había marcado, ya era tarde para su propósito. Cuando se preguntó si había merecido la pena correr semejante riesgo para no conseguir nada al final, tuvo la certeza de haber obrado de manera correcta, pues, de elegir la senda más cómoda, habría llegado igualmente tarde, pero siempre le hubiese quedado la duda de si pudo esforzarse más para llegar a tiempo.