EL QUETZAL EN VUELO

LA GRAN DAMA

 

Cuando al aula llegó,

Siempre supe que no  venia por conocimiento;

Si no, a  encontrarse con lo inesperado;

Con la parte oscura de su  destino.

 

Era maravilloso ver

Como revoloteaba todo y me dejaba en el mismo lugar;

Su forma de ignorarme, me ato a su risa

y perseguí su sombra.

 

Me convirtió en su triste examen final,

en el fastidio de todas las tardes,  yo, con mis desplantes autoritarios

Ella, Con sus poses de Gran Dama

 

Le parecían divertidos mis enojos;

Era impresionante como estaba en todo y ausente  de mí.....

Pero me acostumbre a ella, como la noche a la luna

Y perseguí su luz.

 

Muy pronto me fueron insoportables e irritantes,

 Sus largas ausencias de un día,

 Sus llegadas intempestivas y destilando indiferencia,

Su presencia ajena.

 

Fue entonces cuando la luna

Entro en el eclipse de mi vida, oscureciendo el verso,

Terminando en el naufragio de  estas letras conocidas y recinto de la nostalgia,

Donde se disemina el dolor y olvido;

 Renaciendo la esperanza

 

Una vez más.

Me miro como habitante reincidente,

De viejas letras lacrimosas y nuevos dolores,

Sufriente del lápiz y la hoja; del corazón y el ginebra;

Donde tanto verso escrito  a la Gran Dama, no logran convocar su atención.

 

Espero ese día;

en  que  vendrás a  mí, como torbellino de acción,

Como venias en las tardes  aquellas, a ignorar mis clases,

Y otoñal presencia.

 

Espero ese día, Como  el confesor a su penitente;

 Como  el poeta a la noche,

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO