Es estar en un barco a la deriva,
Un sinsabor constante, y rutinario,
Es callar al pasar el calendario
Que acrecienta, con su paso, mi desdicha.
Sentir arder mis ojos ya desiertos
Que humedecen, día a día, mis mejillas.
Es caer, de repente, y de rodillas
A esperar que mi cuerpo yazga yerto.
Es gritar de impotencia y desconcierto
Intentando así aliviar esta agonía.
Es desear sufrimiento en demasía,
Si eso implica que se acabe mi tormento.
Que a mis lágrimas ya no les queda cuerpo
Que a mi tiempo ya no le queda vida
Que mi pecho no soporta ya otra herida
Que hace tanto que morí... ¡Pero por dentro!