En la majestuosidad de tu abismo hundiste tus penas aprisionando los recuerdos del ayer, y en tu sábula mojada me detuve a contemplarte, y vi tus argentadas aguas como entre sus olas navegaban en silencio, bramando de dolor, al ver destruido al planeta, y tus habitantes muriendo cada día por la contaminación.
A lo lejos avizoré como las gaviotas llevaban en su pico los cadáveres de los peces que intoxicados arrojabas hacia la arena, y en un canto armonioso la caracola lamentaba su oscuro y tenebroso destino, en lo que el viento bullía arrastraba a su paso tu desesperación,
El ser humano codicioso y voraz, falto de fe y palabra.
Y a lo lejos un barco navegaba en las fluctuantes aguas perdiéndose en la tenebrosidad de la niebla, anunciando ruina.
Campo de Neptuno donde se pierde la vela del navío a causa del cruel e inhumano, humano, que escupiendo va por la vida, maldad, provocando un cataclismo universal.
Madre Tierra tu que orgullosa brindaste a tus hijos felicidad, hoy gimes al ver al ciprés y al sauce llorón, quebrarse entre breñas, antes de llegar la estación.
Y en concento se une el gemido de ríos y lagos al ver al humano desamorado ejecutar su maldad, envenenando sus aguas, ahora mortíferas venenosas, cuando antaño manantiales de agua viva ofrecían al humano.
Derramando sangre por los cuatro vientos, sin importar el dolor de tanto lamento que piedad va implorando a su CREADOR.
Cuerpo de Neptuno tus aguas azules, en rojo se tiñen
Y el astro Rey encendido como volcán ardiente va aniquilado y sin fuerzas, despidiendo llamas,
Fúnebre destino de la humanidad, provocado por tanta ambición y maldad.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
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