Manadas de nubes me siguen
donde quiera que vaya no se detienen
imponentes, excelsas, algodonosas
no hay muralla tan alta ni mar ancho que aminore su persecución.
Nunca conocí día soleado
aprendí a ver la belleza mientras corro
la distorsión de figuras en movimiento
miles de tonos fugaces a mis oídos.
No existía problema en huir
no es problema para quien le basta sobrevivir
no se requiere sangre, valor ni empeño.
Sólo basto un roce
un tono que no quise perder
ojos que calmaron esta huida frenética
quienes me invitaban a retroceder.
Ya no podía satisfacerme en lo cotidiano
raíces gruesas brotaron de mi cuerpo
desde entonces conocí amaneceres, cataclismos y galaxias
y junto a esos ojos comprendí que no existe el mal clima.