Hoy te lloré.
Como juré que no lo haría, lo hice.
Fui de nuevo a ese lugar en el que nos sentabamos antes.
Ahí donde soñábamos despiertos y jurábamos que nuestro amor no acabaría.
Donde juramos que iríamos siempre y llevaríamos a nuestros hijos.
No pude evitar sonreír al recordate.
Una lágrima se resbaló por mi mejilla, llegando a la comisura de mis labios -otro recuerdo-
Cada vez que nos besamos y dijimos un te amo.
Estabas tan feliz y yo me sentía explotar cuando miraba tu rostro...
-Todo era perfecto-
-Era...-
Hoy... Estoy aquí.
Me siento junto a tu ausencia y a estos recuerdos que me observan como burlándose de mi tristeza.
Cada una de mis penas se ha asomado a verme por la orilla de mi mente, ahí donde colapsa mi cordura, recordando que aún te extraño.
Sabiendo que hoy estoy llorando y tengo ganas de un abrazo.
Un abrazo de esos que dijiste que me darías diario y hoy estoy mendigando.
Pero la culpa es mía, por no haberte enamorado tanto.
Todos los días me miraba al espejo e ignoraba esa falta de brillo en mis ojos, esos pocos ánimos por entregarme a ti por completo de nuevo.
Por dejarte partir solamente haciendo gestos hacia adentro, deseando que nada de eso estuviera pasando.
Deberías verme... Nunca he visto humano tan patético que llega a desmoronarse entre pesares que éste mismo ha causado y pudo evitar.
Te extraño... Hoy mis lágrimas me lo recordaron.
No te puedo olvidar.