¡Señor me han robado mi alma!
Bogo en un mar sin destino;
Hallé en mi senda ese espino
Que extinguió toda la calma;
Me halló llorando en mi cama
Por un fatuo desatino,
Sus labios fueron mal sino
Voraz y destructiva arma;
Con un beso equivocado
Me arrebató el corazón,
Y al mirarme destrozado
Me abandonó sin razón;
Hoy que estoy abandonado
¡Señor!, lloro en mi prisión…