Me miró y dijo:
-Lo que más me gusta de ti
son las riberas de tu boca
Entrecerré mis ojos,
sus labios zozobraron
cual navíos perdidos
en sus azules orillas
El frío se convirtió en hoguera
y en las islas de mis pechos,
sus dedos temblorosos
conquistaron la cima.
Me miró con picardía
y murmuro suavemente:
-Lo que más deseo de ti
es la brújula que me guie
a tu isla de corales.
Era verano ya en nuestro universo
aunque nevaba fuera
su lengua serpenteaba
o ¿acaso solo pendulaba
buscando la orientación
de mi ciudad perdida?
Quién sabe…pero
yo quedé pensando
en lo que más me gustaba de ÉL.
No se lo dije, no quería que supiera
de mi lujuriosa adicción
al aroma afrodisiaco de su piel.