Tres piedras semiredondas son las contempladas
una de ellas es de borde lisa negro jaspeadas, la segunda entre las esferas, es la ploma ovalada
y la última perfecta y redonda casi blanca alada.
Pues la primera trae los pensamientos, las estrellas, oh Atenas,
la segunda trae el acertijo de la vida
y la última, trae la esperanza el amor y la vida.
Son las tres piedras entre el reposo de las olas
las que asoman, las que ves, entre la arena a solas,
se dibujan las palabras, como en el fondo de las almas.
Y el universo la ve, oh la contempla, y observa entre las almas.
Los dioses se alegran al verlas sobre la blanca arena, bailan noctámbulas ante las estrellas,
Cual ocaso se beben en cristal y se las celebran entre la pureza de las azucenas puras como las estrellas.
Y estas piedras perfumadas, entre la piel del rosal en la ternura entre las venas
y entre las tres piedras, cual tesoro, un día, una carta eterna llega, la cual es lentamente desdoblada apenas,
con ojos de zafiros de lágrimas puras cristalizadas bañadas de cánticos sin las penas, el tiempo vuela.
Y entre el tiempo que es callado dentro de aquel corazón sin prisa revoloteadas, lee las penas, oh paz de espuma,
El Olimpo, le recuerda al mar, el origen de las piedras aladas,
y en la tarde de música entre el mar estas tres piedras azules en luces alabadas.
Estas tres piedras permanecen unidas en la paz de las horas cantadas.