LA ROCA
He mirado inválida tu imagen cual paralítico vestigio,
lleno de humillantes cascadas de luces y de bailes tus andares
y me he naufragado bajo tu suelo ocre infame,
de tu fetidez esperanzadora,
recorriendo contigo el vil camino de una luz oscura,
sin descanso, asiéndome de tu mano, una mano de viento,
y he escuchado tus palabras
repetidas sin encanto;
y como ánima en pena sin pensarlo,
te he seguido en el absurdo
de tu camino sin metas,
llenos de espinas con espanto;
me he regañado de ti
y te he vuelto a tener como la roca
que no quiebra, y pesa demasiado
y sin embargo uno la lleva;
como idiota,
volví sobre tus huellas siempre rotas,
y en el oscuro atardecer de tu cerebro,
como cenizas opacas guardé mis querellas,
en un oído sordo, tú, mi auditorio escaso,
sin recepción y sin encuentro;
he vuelto sobre tu andar
desconsiderado mis desvelos
y he tratado de bailar tu ritmo loco,
en la pista de mi vida ya sin vida,
sin estrellas, cielo gris de tu noche negra
sin espacio,
encandilante amanecer desde tus brazos
que sueltan mis emociones y las quiebras;
maldito amanecer sin días claros,
perdidos mis encantos y tu voz
como tumba sólida
resuena sin ninguna emoción,
roto mi corazón de llanto sólido,
de lágrimas pesadas
y un pañuelo de mármol me las seca.
DOMOTA