Suele pasar la vida dulcemente
cuando el placer se encuentra de visita;
el alma vuela, el corazón palpita
y nos invade la paz súbitamente
apenas el espíritu se excita.
Es entonces allí cuando volamos
dejando atrás los malos pensamientos
e inmersos en un plácido momento,
en el punto febril que nos amamos,
nos podemos librar del sufrimiento.
Vivir en ese estado eternamente
es trascender a la vida infinita…
alejando el temor que nos habita.
¡Vale entonces disfrutar plácidamente
de buen sexo, cuando el amor lo incita!
Jorge Horacio Richino
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