hoy vine a hablar con la madrugada; casí nunca lo hago, son las cinco de la mañana y le pregunto porqué aún los miedos no abandonan mí ventana.
Aún se sientan a mi lado toda las mañanas, y me ven hacerme una taza de café mientras el frío se apodera de mis mejillas enrrojecidas.
Los grillos cantan su melódia, le hacen compañia a los pájaros y eso me llena de meláncolia.
Quisiera abrazarte, pero aún no sé si estarás en el sur; allá entre mis pensamientos o entre una bocanada de viento que me estruja las entrañas.
Los mosquitos se apoderan de mí, mientras veo el primer rayo de sol sentada en una silla desde nuestro balcón.
Aún te espero, pero las luciérnagas ya se extinguierón; se fuerón, se cansarón de tanto esperarte y partierón.
De perenne estoy sentada aquí pensandote, acariciandote con la mirada entre el sueño y la realidad.
Pero aunqué el arcoiris me recuerde a tí,
Se que nunca volverás...