Cualquier bus...me deja bien
Boris Gold (simplemente...un poeta)
El siguiente relato es un poco fuerte, por consiguiente recomiendo a la gente impresionable, los que tienen problemas cardíacos y los que hace mucho no tienen sexo, que se abstengan de leer esto.
Son las veintitrés horas de una noche para el olvido, estoy esperando impacientemente que apareciese el puto medio de locomoción para llegar de una vez por todas a mi casa, el 152 precisamente en la calle Cabildo esquina Loreto y que me sacara cuanto antes de ese lugar, pues el viento arreciaba y la lluvia se me colaba por todas partes, para colmo el frío me hacía castañetear los dientes y no pasaba un alma ni por equivocación.
Se podrán imaginar que era para estar en cualquier parte menos allí y lo peor de todo era que .el bondi tardaba más de la cuenta.
Cuando de repente...aparece raudamente un vehículo todo cubierto de luces a su alrededor y me dije: bueno, por lo menos es una unidad nueva y bien iluminada, por fin se acordaron del sufrido usuario, era hora, (yo siempre pensando boludeces) se abre una puerta, entro y viene hacia mi alguien con un uniforme raro y una especie de wokman en los oídos.
Lo primero que atiné a decir fue:sonamos pusieron guardas, seguro que van a aumentar el pasaje, traté de poner mi mejor cara de salame (que me sale muy natural por cierto) y le dije: ¿me da uno de un peso veinte?.
Esas pocas palabras pronunciadas por mi, le causaron al susodicho el mismo efecto que si hubiese visto a su urólogo, con el dedo enhiesto listo para la acción.
Mi presencia, lo que dije y lo que yo significaba para él, lo resumió en tres palabras:¡PIPI, MUMU, ONK y para males...con cara de pocos amigos, cuando levanto la vista hacia el fondo me doy cuenta que había unos cuantos como este, parecían clonados por lo parecidos que eran.
Tome conciencia enseguida que estaba en serios problemas, pero como me las rebuscaba para salir de allí, comencé a temblar y el miedo me inundó todo el cuerpo, en ese instante no sé cómo pero el subconsciente me jugó una muy mala pasada.
Sin creer inclusive hoy lo que el pánico puede llegarle a hacer a una persona casi normal como yo, que no podía aceptar lo que estaba escuchando, en ese preciso instante oí las gansadas más tristes y desgarradoras que pude haber pronunciado.
Ustedes pensarán cuerdamente que el mío fue un pedido de socorro como lo hubiese hecho cualquier hijo de vecino, craso error mis amigos, el miedo a lo que me iría a pasar era tan grande, que lo único que atiné a gritarles con voz entrecortada por la emoción fue: ¡YA QUE TENGO QUE MORIR...QUIERO UNA MUJER (no quería irme impuro).
En el ambiente se hizo un silencio sepulcral, me miraron como si no entendiesen lo que estaba diciendo, entonces vi adelantarse al que parecía el jefe que con una voz gutural me dice: así que vos querés una hembra...NOSOTROS TAMBIÉN.
Sentí como una explosión de sucesos dentro de mi y a la vez me di cuenta exacta que eran EXTRATERRESTRES.
Al instante se me cruzó por la cabeza algo trágicamente posible: ¿y si por casualidad yo era una especie de mujer para ellos?.
No deja de ser algo muy triste que un porteño reo y canchero como yo, termine perdiendo el invicto arriba de un plato volador y para colmo...con alguien tan fulero.
ME RESISTO grité, quiero bajarme en la esquina ya mismo. Entre todos me agarraron, me levantaron en vilo, cerré los ojos esperando lo peor, en eso noto que el vehículo se para, se abre la puerta y me tiran afuera como si fuese una bolsa de papas.
Mientras tanto escucho que me gritan: reventado...andá que te aguante tu hermana.
Les voy a confesar algo, ya que estamos en tren de sincerarnos ¡Los extraterrestres tienen un carácter re...podrido!