La quietud de la sangre fluyendo en el cuerpo
por el arrabal de mi existencia,
otrora deleitable pasividad,
hoy se arremolina
al saberse que la quietud no atina,
la vida perdida,
desatino del miserable
por la tristeza que no se olvida.
Y en las emociones se acaudalan
los sentimientos,
las necesidades cobran vida
las penurias los avalan,
el sosiego abandona,
salta por la borda,
y el caos
en flagrante aparición
tomando posesión
la tranquilidad destierra.
La sangre hierve,
se escucha del corazón el borboteo,
la respiración viva
en raudo revoloteo,
la mirada encendida,
lagrima en el vacío perdida
el pensamiento en furor
anhelado la tranquilidad
al alma aturdida.
Caos que silencia,
disimulo oculto,
angustia en esencia…
vida abatida
en desesperación…