Aturdidas están mis partituras
ancladas a clavijas de tu piano;
invisibles la rosa y tu mano
sobre las teclas blancas y oscuras.
Fijas marcas del tempo son figuras
entre claves agudas del verano:
lo fuerte del querer es soberano,
lo débil del olvido, mis locuras.
La nostalgia es nota sostenida
con puntillo formal en el silencio,
vive en el pentagrama de mi vida
y está en cada línea de la pauta;
su carácter fiel no diferencio,
sea para tu piano o mi flauta.