Mientras todos van y vienen
en medio del ruido y de la prisa,
yo, kon gran avidez,
voy a tenderme en mi barka de fantasía
sobre los mares del mundo,
bajo el cielo estrellado
en la noche tibia de marzo,
o a la sombra de los naranjos
sobre el césped,
para mirar sin apuro las verdeazules montañas.
Mi vida ociosa es, para los importantes,
una bofetada blasfema en sus robustas chekeras,
y para mí, el delicioso placer de no hacer nada.