EN LOS APAGONES
He aprendido a ver la vida a través de la tenue luz de una vela
Que el valor de una luz, no se circunscribe a lo que materialmente representa
En fin he aprendido a valorar, lo que antes me resultaba insignificante
Que los valores son mejor apreciados, cuando se alejan y que a estos hay que lubricarlos, con el amor y el afecto, para impedir su oxidación
Que hay que abonarlos desde la familia, crisol donde se cuecen los verdaderos sentimientos
He aprendido, que el régimen actual, pasó de pésimo a nefasto
Que todo principio, tiene su fin, aunque pretendamos torcer su rumbo
Los triunfos y los fracasos, son circunstancias de una carrera poliétapica
He aprendido a conducirme en la oscuridad, no con la destreza y habilidad de un ciego,
Pero si con la seguridad que brinda un bastón
Que el tiempo, no se detiene aunque el reloj pare sus manecillas
Y su relatividad, esté determinada por las circunstancias que lo enmarcan
Cuantas veces deseamos que pase rápido y sin embargo, parece detener su marcha
O deseamos que se detenga y miramos atónitos, su acelerado ritmo
He aprendido, que la experiencia no es otra cosa que la sumatoria de triunfos y derrotas
Y que a veces nos acostumbramos a vivir en escenarios que nos son adversos
Que no necesariamente, la calma está precedida por la tempestad
Que la desesperación, nos ofrece espectaculares ilusiones y crueles desengaños
Que los objetivos trazados, no se logran porque caprichosamente, los moldeemos
Que el tiempo de Dios es perfecto, y sus designios inmodificables
He aprendido, que el valor de la familia es el elixir que alimenta el aliento
Que la candidez de una mirada y la ternura de una caricia, horadan las angustias Y resquebrajan las tinieblas,
Porque aún en las penumbras enceguecen con sus resplandor.