susoermida

CUÉNTASELO A NATALIA

 

 

Díselo como un presagio.

Cuéntale como es el desamparo

de estos días acumulados

que me revierten en noches de no verla

y fracasos de pasos en mis domicilios.

Hay epidermis y pieles

y materias escritas sobre papel

olvidado,

y espadas que se pierden.

Y se me pierden los labios por besos en los tuyos.

Selvas que no conozco y presiento.

Hay deseos empapados que hacen sonidos

en los huesos que te persiguen.

Te veo como un deseo derribado,

como un espejo sin vuelta.

Esta congoja que te llama no tiene sonido

ni eco que revierta la ceniza de tenerte.

 

Como será el canto, el sueño de tenerte,

y como será el gemido entreabierto

de los barrios huracanados donde vives.

Que vestido tendrás cuando entre en ti.

Y que arteria abierta de sonido ronco nacerá

en mis dedos.

Seré sastre paciente y cantor acumulado

que te muestre las estrofas que no tienen descanso.

Tengo mi casa sola y mis puertas te esperan

y las ventanas son ojos con dioses

olvidados y judas de ósculos deseados.

No tengo nada que arrastrar

ni alcaldías que subastar.

Subasto mi vida por un nido de tu besos.

Emigraciones nocturnas

que te visten de sombras de un deseo que hace ruido.

 

Hay un deseo aplastado.

Una farmacia sin solución.

Un tribunal clausurado.

Y tengo un utensilio inútil

que te llama desde este pretendido verso.

Un poema de violetas desplomadas

y un alma sonora de gargantas solicitantes.

Estos barrotes de medusas que se enganchan

a un te quiero hacen versos y tiempos

y prosas

y caballeros mordiéndose antes de la justa.

 

 

Ven a buscar mi barco,

este barco,

este navío amargo de

de palos mayores sin gobierno.

De trapos al desamparo

y metales sin conformar,

alrededor de tu nombre Natalia,

que estas en la orillas de mi ahogo.

Allí te nombro y allí te espero

donde mi plata se hace hierro

y oxido el oro y esta intención que no duerme

si no es en el tálamo de tus labios:

allí donde te veo al filo de la raíz que te espera.