“Y el Señor Dios formó de la tierra
todo animal del campo y toda ave del cielo,
y los trajo al hombre
para ver cómo los llamaría;
y como el hombre llamó
a cada ser viviente,
ése fue su nombre”
¿Existe labor más agradable
que cultivar un jardín
para el hombre e interactuar
con los animales
para luego colocarles un nombre?
Adán procedió a llamar
a cada animal tal como los conocemos hoy.
Con obediencia,
en el momento perfecto,
aceptó la tarea con diligencia.
La esclavitud es una condición,
no una labor.
A menos de que seamos esclavos del Señor.
Un esclavo en el Señor es obediente,
digno de confianza,
es alegre y ora constantemente.
Dios es misericordioso,
si le pido con fe,
me escucha y me sana.
Si recurro a Él en momentos de aflicción,
su Espíritu Santo
me da paz en la mente,
el alma y el corazón.
Su palabra es verdad,
su palabra me enseña el camino del amor.
En el amor me perdono
y en el amor a los demás perdono.
Es obediencia actuar en el amor.
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Autor: Millón Durango
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