Cansada de buscar
donde incubar sus deseos
de amar,
donde saciar la sed
de su efímero cuerpo,
vagaba sin rumbo fijo
a un incierto destino,
por un amplio camino
lleno de espinos,
ya casi se resignaba
al erial de su vida;
aveces que sonreía
pero dentro, su alma plañía.
Pocas veces se sintió
amada, deseada, besada.
Hasta que un buen día...
El mar y la luna le regalaron
su mirada.
Estaba allí tendiendo su
mano firme y seductora,
sus manos se cruzaron
y sus vidas también;
supo con certeza...
que había cambiado su
mundo sin colores,
a un universo lleno de amores
y deseos sin pudores...
Probó de sus labios tersos
la miel de los mismos dioses,
y en sus tibios brazos
hallo el sosiego
durante años buscado en el cielo.
No hubo grietas ni tapujos
solo los deseos desgastados
no hubo dolor, solo risas de
colores por un tiempo ilimitado.
Un buen día despertó del sueño,
y elevando su vuelo
le beso y se fue sin despedidas
desde entonces clama la
mar embravecida
Por su gaviota perdida...