“Es hueso de mis huesos”.
Se hace realidad
los deseos dentro de un vínculo matrimonial;
una relación aprobada por Dios y funcional.
Además, por ser tan íntima de corazón,
ha de ser en esencia espiritual.
“carne de mi carne”.
Un solo cuerpo,
caminando en una misma dirección,
en una sola vos y tras un mismo Dios.
Por fin se conquista un amor
con la bendición de Dios;
y los dos ya son uno no en Saturno,
en la tierra,
en paz;
y no una relación tormentosa
o en una constante guerra.
Los dos
han de permanecer en el mismo sendero del alma,
mirando la misma estrella
y vibrando al son de la misma canción,
con la más grande intensión.
Mirando la luna
verán la hermosura de Dios.
Mirar el sol
es presenciar el poder de Dios
y si se miran a un espejo
mirarán lo mejor de la creación,
de carne y hueso en bendición.
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Autor: Millón Durango
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