Cabalgo en las manecillas del reloj,
Pero tú, has montado el segundero;
Me alcanzas, me rebasas y no puedo
Ir a la par de tu inmerecido amor.
No es que no te ame, te adoro!
Y en la impotencia de tenerte
Sin pena, sin cordura y sin decoro
Me voy quedando inerte.
Mis manos quieren desvestirte
Y te aferras a mantener tus sedas
Pulcramente colocadas, tan decentes,
Que sólo puedo presentirte;
Hasta cuándo será que me concedas
Tú desnudez en estado incandescente?
Ya no te vistas con encajes reales,
Porque reina serás de igual manera,
Entre espasmos de orgasmos viscerales
Que te hagan gemir tan lisonjera.
VOZDETRUENO