Siento una voz interna.
Es una dicción en el corazón sonora.
De inmaculada pureza.
Bendita sea.
Su renombre me llena
de amor y de virtud proclamada,
y bien que resuéna,
en mi alma del todo maravillada...
Su tonalidad es augusta,
cómo no, brotando de tan regia Señora,
y que me resulta,
de una Paz, de lo más completa...
¡Oh Virgen Santísima!
Rumorosa en mi poesía advenída,
de virtudes adornada.
Enhorabuena por tu grandeza mística.