Cuántos \"te quiero\" quedaron apresados en mi garganta,
que ni el arrojo de una mirada sujeta a tus ojos, ha podido rasgar;
y que tan sólo una piel encendida por el rubor del deseo,
es capaz de sugerir como una explosión de anhelo.
Débil expresión reflejada en tu rostro, incapaz de adivinar
lo que un corazón rendido ansía manifestar.
En mi silencio, te miro,
y como un artista que estudia los detalles más minúsculos de su conclusa obra, te contemplo,
percibiendo, con una chispa de júbilo, cada uno de tus cándidos gestos,
cuando miras distraídamente a través del cristal de una ventana,
mientras abrazas con tus manos una taza caliente;
cuando te colocas con avidez una diminuta camiseta,
evidenciando, en un abrir y cerrar de ojos,
un pícaro y erótico realce,
provocado por el roce del tejido sobre tus graciosos y aguzados pechos;
cuando caminas despacio, abstraída en tus pensamientos,
con un sutil gesto fruncido,
y tu dedo índice remarca una y otra vez la sonrosada pulpa de tus perfilados y entornados labios;
cuando me hablas y me cuentas,
entretanto sujetas con elegante aire, una copa de reflejos encarnados.
Cuando sonríes, como una niña,
embelesada en su lectura de cuentos de hadas.
Mis ojos, te acarician
en una combinación de tierna lujuria,
recorriendo discretamente tu selecta figura,
efigie de una diosa inaccesible a simples mortales;
y como si un fino velo se interpusiera,
te miro, sin que tú te percates.
Levantas tu mirada en un gesto involuntario,
instante regalado en el que nuestras miradas se trenzan en una sola.
Me sonríes, entrecerrando tus cautivadores ojos,
fraguando un segundo de arrebatador deseo de rozar tus labios con los míos.
Mi corazón se estremece,
agitando el resuello que sale de mi aliento.
En ese momento que abates tu mirada,
descolgándose de la mía,
se sofoca en mi garganta un murmullo,
que desprende dos palabras,
que concentran todo el universo de sensaciones que desvelaste en mi alma,
avivando hacia tus pupilas un “te quiero”,
condensado en todo un recital de poesía que eres tú para mí …..
Un “te quiero”, que si no te digo,
me ahoga.