Pequeña nena con ojos maginíficos,
sonrisa delirante y locura impregnada
te la vives dejando una luz
en aquellos ojos que están apagados,
te ha costado largos años en entender
que no te tienes que disculpar
por lo que eres, y no es orgullo,
es amor propio.
Te la pasas escribiendo para los demás,
¿Qué hay de ti?, ¿Quién escribe para ti?
Claro que sabes que hay algo raro,
algo que no te gusta, algo que no sabes si hacer,
algo que te hace sentir el vacío,
algo que no te deja avanzar: Miedo,
y terminas diciendo que estás bien
por si acaso.