“Lo partió y lo dió a sus discípulos”
El veneno se derramó en el interior
de la boca impura de una no virgen,
inundando su sistema central.
Inspiró la fúnebre carroza de palabras
que los años le habían dejado,
y espiró en papel la sentencia mandatoria.
Una cortina de fina niebla la invadía,
humo de incienso suspendido,
las tres de la tarde...
la muerte de la impura, un cadáver
y la resurrección entre los versos.